De un hobbie pasaron a una idea de negocio rentable. Estos dos venezolanos provenientes de Barinas han establecido un producto orgánico único en la isla que ahora es demandado por los habitantes locales. Además, tienen una granja donde turistas de todo el mundo les visitan para aprender de la cría y la producción de su rica miel de abejas.
Son del estado Barinas y en la isla se dedicaban al manejo de panales de abejas en hoteles, casas y empresas. Durante la Pandemia tenían como hobbie criarlas y cosechar su miel hasta que vieron una oportunidad de negocio.
Se trata de Rupert y Rubén Montilla, padre e hijo nacidos que decidieron vender una miel 100% orgánica luego de quedarse sin trabajo en Aruba a raíz de la Pandemia.
«Las personas querían nuestra miel para cuidarse del Covid y eso nos catapultó», dijo a Rostros Venezolanos, Rupert Montilla.
Alli nació su Aruba Bee Haven, donde no solo producen litros de miel para el consumo de la isla, también ofrecen ahora en su granja ahora a turistas del mundo que quieran aprender de la apicultura y del trabajo de las abejas.
Con todas las medidas de seguridad, niños y adultos disfrutan de este nuevo atractivo que estos venezolanos ofrecen en la isla.
Recorrimos el lugar ubicado en el centro de la isla. Una zona donde se veía muy poco turismo y que ahora ha revivido gracias a que aumentan cada vez más las visitas.
Logran sembrar yuca, topocho y maíz pese a la escasez de agua de fuentes naturales en Aruba
La cría de abejas y la miel no es la única actividad. Este Padre e hijo han sido bendecidos con una de las pocas lagunas que hay en la isla y eso les da la posibilidad de sembrar.
«Tenemos topochos, auyama, maíz, yuca. Hemos traído un poco de Guanarito para acá», nos dice Rupert.
La abejas son diferentes a las de Suramérica.
La abeja que crían es europea, distinta a la africana que está en muchos lugares de América Latina. Además, es menos agresiva. Ellos han logrado obtener la genética y quieren llevarlas a otros países.
«Vemos a Arubas Bee Haven fuera de Aruba gracias a lo que hemos logrado aquí con las abejas. Es todo un mundo de conocimiento», explica.
Rupert tiene su familia y su negocio establecido. Se casó con una local y tienen un hijo de 2 años.
No solo eso, agradece a la isla porque ha conseguido salud , educación y seguridad de calidad. Eso ha ayudado a que puede fortalecer su emprendimiento y garantizar un futuro para su familiares.
Aún así quisiera volver a Guanarito y cuando su hijo esté más grande enseñarle donde nació. «Quisiera recorrer el río Boconó con él, tal como lo hice con mi papá. Aruba es mi casa, pero si quisiera visitar mi país», dice.